Añoro tus consejos y tu sabiduría.
Añoro tu bondad y los largos paseos que dábamos juntos.
Añoro como me hacías sentir, querido.
Añoro las historias que me contabas y como hacías fácil el mundo.
Añoro encontrarme contigo, que me invites a un mosto y luego compartamos un pincho.
Añoro tu semblante bonachón y como te ganabas a los tuyos.
Añoro sentarme al pie del castillo y contemplar la fabrica de galletas mientras el norte soplaba y nos acurrucábamos juntos.
Añoro caminar por el margen del río Pisuerga entre chopos al ladito tuyo.
Añoro cuando juntos cogiamos grillos y manzanilla.
Añoro aquellos veranos que pasaba en Aguilar cuando era un niño.
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