Castilla me robas la alegría de tus verdes campos.
Verano seco y polvoriento que nos deja la garganta seca,
esperando el rocio de tu río Duero.
Tierra de caldos amados que nutren tus riberas,
a ti te propongo para celebrar la recogida de tus frutos.
Amamos tu porte extraño, casi insolente con tus iglesias
mirando al cielo en una especie de suplica.
Es herida ya, lo que tu piel rojiza me muestra después de cada estación.
Robles poderosos y pinos sostienen tu techo azul.
Ese cielo que no acaba nunca, índigo hasta la extenuación.
Castillos y fortalezas que defienden tus fronteras como guardianes fieros
Oteando al enemigo nunca desfallecieron.
Somos gente recia, de ideas claras y pocas bromas.
Curtidos en mil batallas, hoy solo queda el orgullo de nuestra causa.
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