El domingo aprovechando que el sol invitaba a dar un paseo, me dispuse junto a mi familia a recorrer una senda verde que discurre entre Laguna de Duero y Tudela de Duero.
El caso es que todo hacia pensar en una estupenda jornada de campo, sino hubiera sido por un ruido molesto que nos perseguía durante todo el paseo.
Nunca he querido ver en la caza un deporte y menos una diversión, mas bien siempre he pensado, que los que se dedicaban a disparar a los animales, eran sobre todo amantes de estos, preservando los espacios para la reproducción y mantenimiento de la fauna, sin embargo lo que vi el domingo cambio mi punto de vista radicalmente, mientras un padre amoroso se divertía narrándole a su hijo los animales que allí habitan y las plantas que nos íbamos encontrando, mi hijo tenia que presenciar a un energúmeno liándose a tiros en la linde de nuestro camino, saliéndose del coto y sin ningún respeto por las normas de seguridad básicas.
Me hubiera encarado con semejante animal, de no ser por que llevaba una escopeta y su animo era el de apretar el gatillo con ahínco, además del sentido común que me animaba a cambiar de dirección por si acaso (estando con la familia).
Mi hijo quería ver a los patos y yo sabia de muy buena tinta que allí suelen ir a descansar, patos salvajes de precioso plumaje que es una autentico espectáculo observarlos, pero como demonios podíamos siquiera soñar con ver algo, cuando teníamos al pánfilo de la escopeta a tiro limpio...
Después de un rato y de haber tenido que cambiar nuestro paseo, por culpa del fulano, nos sentamos a la rivera del canal a contemplar una pareja de Azores que cazaban junto a la laguna.
Este hecho me hizo reflexionar sobre los energúmenos que disparan a todo lo que se mueve, esos que cuelgan sus fechorías de una pared, como éxitos deportivos y presumen de haber abatido a un oso o cualquier otro animal enigmático de nuestra fauna.
Quizás con los años y el amor que me inculcaron en defensa de la naturaleza, me hagan ver con claridad, lo equivocados que están, los animales no deben ser un tiro al blanco o al menos a mi me lo parece.
Me pregunto si ese hombre que dispara de forma compulsiva, se para alguna vez a contemplar la belleza de lo que mata sin compasión, si piensa el daño que hace al medio ambiente con sus perdigones de plomo y sus cartuchos (que nunca recogen).
Me da lastima pensar, que nadie le enseño a amar el vuelo de un aguilucho, la carrera del conejo o parase un momento a escuchar los silbidos interminables de cientos de pájaros que celebran la primavera.
Seguramente el ruido atronador de su escopeta, sea el único sonido capaz de escuchar.
Pedrulo Maturulo
2 comentarios:
recuerdo en la obra de delibes, los santos inocentes, cuando el señorito dispara a la milana, porque no habia cazado nada, y le pregunta que porque y le dice joder es que hoy tenia que matar algo, bueno si no es la respuesta literal si que es la respuesta que yo entendi, asi que los cazadores (matadores compulsivos de animales) no pueden regresar a casa con el zurron vacio y les importa un huevo si el aguilucho tiene un vuelo magistral o no y si los patos salvajes cuidan de sus crias o no, el caso es matar algo
Que triste ¿no?...
Saludos.
Publicar un comentario