Cuando piensas en lo que de verdad importa sueles caer en la cuenta, de que ya habías olvidado su significado.
Pasamos años y años, esforzándonos por casi cualquier cosa que nos pueda hacer felices, aunque en realidad vivimos ajenos a la felicidad cotidiana, esa que nunca nos paramos a medir por ir demasiado rápido en nuestras vidas.
Todos queremos “mas” de esto o de aquello da igual, nuestro egoísmo natural nos hace desear todo lo que no esta a nuestro alcance, y si por azar del destino lo conseguimos, solemos llenarnos de una sensación de vacío, la del niño que quiere mas y con ningún juguete se consuela.
Diría que la sociedad alimenta nuestro ego mas profundo, para arrebatarnos el suspiro que supone nuestra propia existencia.
Hemos abandonado nuestra parte más inmortal, para dejarnos embaucar por los sueños de felicidad que se nos ofrecen a todas horas.
Hoy casi nadie reflexiona e interioriza lo que su corazón le dicta, nos dejamos arrastrar como una concha mecida por la marea, que se deposita en cualquier parte.
Es quizás la caverna de la que nos hablaron los griegos, el lugar donde existimos sin apenas ser conscientes de ello, quizás estamos en un sueño profundo que alimentamos con momentos de verdadera conciencia.
Con los años cuando la muerte esta cerca, seremos juez y parte de nuestra vida, nos haremos entonces la pregunta ¿He sido feliz? o quizás deje que otros vivieran la vida que tanto anhelaba vivir, por llenar mi casa de cosas.
Desde que nació mi hijo, fui consciente de la verdadera esencia de la vida, del amor que alimenta a los humanos y los hace libres, casi capaces de despertar de la pesadilla que significa ser esclavo de uno mismo.
No puedes sentir si tu alma se ha rendido al dinero, no puedes amar si sueñas que algún día serás amado, no puedes imaginar si has dejado morir el niño que un día fuiste.
Pedrulo Maturulo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario