Que día más maravilloso me esperaba este domingo pasado, después de trabajar el sábado todo el dia, ¿a quien no le apetece hacer casi 650 Km. para ir a la playa?
El plan era sencillo levantarse a las 8 y salir lo más pronto posible para no pillar tráfico a la entrada de San Vicente de la Barquera, pero ya sabemos que los planes nunca salen como uno los imagina.
A las mujeres por lo general, les suele hacer falta llevar media casa encima, por el contrario los hombres solemos pecar de todo lo contrario y recurrimos a la improvisación, por decirlo de alguna manera.
Al final salimos tarde y con la sensación de que mis suegros me lo iban a recordar todo el camino... y como no podía ser de otra manera, mi adorable suegra se encargo de que durante el viaje no se me olvidase la importancia de madrugar para estas salidas estivales “si hubiésemos salido a las 7 de la mañana” en fin, para que esta la familia.
Cuando mi mujer me propuso la escapada de domingo a la playa, he de reconocer que la idea no me emociono, odio la arena de la playa y todo lo que conlleva, solo pensar en colocarme al sol como si fuese un lagarto, no hace sino acrecentar mi falta de interés por esta actividad, que nunca ha dejado de sorprenderme.
Al final llegamos a las 12:00, el dia no podía empezar mejor, todos nerviosos por aparcar, el típico geta que se mete delante y un sol de justicia, yo ya empezaba a disfrutar de un dia de playa...
Luego todo son prisas, que si me cambio, que si donde comemos, hay que encontrar un buen sitio en la arena (...) y al agua, después de 3h de coche.
Des pues de unas horas toca ir a comer y elegimos el “mejor” chiringuito, de lo que había en la carta te podía tocar o no, dependía de la suerte que tuvieses, la paella de marisco estaba agotada y si te la traían, podías preguntarle al camarero por el origen del nombre, los entremeses se suponía que tenían ensaladilla, pero a la hora de la verdad, debía haber sido abducida por algun turista sin escrúpulos.
Lo mejor llego en los postres, eso si después de que un camarero le diera un platazo a mi cuñado, y se disculpara pasados 5 minutos (se ve que tenia que interiorizar el daño).
De postre tenéis: yogurt o yogurt, a lo que le contestamos con una tremenda ovación con la que no le quedo otra al camarero que reconsiderar el tercer plato...
Luego otra vez al “disfrute” playero, más toalla, calor y arena hasta en el pensamiento.
Después de un día de tanto regocijo, no podía ser de otra manera, pillamos un atasco de los que hacen época, lo que debería haber sido un trayecto de tres horas, se convirtió en uno de 4:30, y eso que en España se presume de buenas carreteras, pero para ir de Valladolid a Santander, todavía tenemos que recorrer un tramo de carretera nacional de dos carriles.
Al final nos lo pasamos bastante bien, unos mas que otros eso si, pero de repetir creo que de momento paso, sigo pensando que me gusta mas la montaña.
Pedrulo Maturulo.
4 comentarios:
jeje, el camarero tuvo que interiorizar el daño...
A mí, sin embargo, me encanta la playa. El paraíso tiene forma de playa. Y doy gracias a Dios por vivir a sólo dos kilómetros de ella.
Muchas horas de carretera para un solo día. Para otra vez te recomiendo ir a la Playa de Liencres, en el parque natural de las dunas de Liencres (salida de autovía hacia Boo de Piélagos, a pocos kilometros de la capital Santander) que son solamente 2 horas de coche desde tu ciudad y tienes gran playa de arena o playa de rocas (ideal para peques que juegan en los charcos). Si hay "marea" aquello es el paraiso de los surfistas. Y en los pueblecitos de la zona se come bien y barato. Saludos desde Palencia.
Narahaim, muchas gracias por seguirme y saber que te ha gustado el post, espero tus comentarios.
Un besote.
Persio, esa es la grandeza del ser humano a unos les gusta la arena y a otros como a mi la montaña, todo tiene su punto.
Saludos.
Bigariato, tomo nota del sitio, para otra vez, saludos.
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