Siempre pensé
que la soledad del alma nos hacía más fuertes, tanto que al nacer teníamos la enorme labor de ser
independientes del resto del mundo, con la certeza que solo la ignorancia da,
pensar en uno mismo como un náufrago en la vida, acompañado quizás por aquellos
que compartían contigo esos momentos.
Que
ignorancia la mía, pues no se puede entender el mundo desde la soledad, ese es
un pecado del hombre pues es la felicidad del ser, compartir con tu familia
cada minuto regalado y no hay mayor júbilo que estar con los tuyos.
Y cada día es
un regalo, cada atardecer un triunfo ganado a ese tiempo de descuento que es el
paso de los años.
La vida te
enseña por las buenas o por las malas, lo poco que le importas al mundo, solo
tu familia y tus amigos son testigos de esa inmisericorde maestra. Que le dirás
a tu padre cuando ya no este o acaso dejaras que el tiempo te aleje , soñando después
aquello que debió ser dicho.
Es amar
vivir y odiar morir, porque el amor te llena el alma y el odio te vacía, el
tiempo no te cura solo, quizás te obligue a olvidar.
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