19/7/09

UNA TRISTE NOTICIA:



El otro día leía una noticia en el periódico que me puso los pelos de punta, una madre se había olvidado de su bebe en el automóvil, y el bebe falleció, por las altas temperaturas.
La noticia no es la primera vez, que la escuchaba, aunque parezca insólito el que a unos padres se les pueda llegar a olvidar algo tan importante.
La vida que llevamos en las ciudades nos esta haciendo perder la esencia de lo que es realmente importante, las prisas que todo el mundo llevamos siempre, el estrés de saber que nos pueden despedir si cometemos algún error, nos hace vulnerables en cuanto que nos desnaturaliza.
A cualquiera le puedes preguntar si se le pasa por la cabeza, olvidarse de su hijo en el coche, casi parece un insulto el formular la pregunta, pero la realidad nos dice que en condiciones de ansiedad se produce una especie de enajenación, que nos priva de los mecanismos básicos de autocontrol.
Me contaba mi mujer, como se la salían las lágrimas al ver a estos padres abrazados, llorando la pérdida de su hija, sabiéndose culpables de haber cometido un descuido imperdonable.
A los padres se nos entrega la responsabilidad infinita de criar a nuestros hijos, debemos ser responsables, guardianes y vigilantes de su bienestar, teniendo que a la vez cumplir en todas las demás facetas de nuestra vida.
Para las personas mayores, somos unos egoístas, incapaces de entregar todo nuestro tiempo, cediendo en demasiadas ocasiones la educación a los abuelos, colegio, etc.
El problema es que nuestros abuelos, lo ven desde una óptica simplista, la sociedad ha evolucionado tanto (para peor, en muchos casos) que criar a un hijo se hace una tarea hercúlea.
Tenemos que trabajar los dos progenitores, aportando un dinero necesario para poder vivir con cierta holgura, a la vez la sociedad nos exige un nivel de vida, que en muchos casos supera nuestras posibilidades y eso unido a los gastos comunes, como guardería, hipoteca, luz, etc; hacen que no sea comparable el pasado con el presente.
Nuestros padres vivían de otra manera, la mujer por lo general se dedicaba al cuidado de los hijos, estando esta faceta totalmente cubierta, el hombre solo tenía que trabajar más horas para sacar a la familia adelante. El gasto medio que se dedicaba a pagar la hipoteca, no superaba el 15% de la renta familiar (hoy en muchos casos es del 70%) y los gastos comunes, estaban mucho mas contenidos.
Hay que decir, que el estado de bienestar, como algunos gustan en llamar, ha traído muchas comodidades que nos hacen aumentar los gastos (teléfono móvil, Internet, gimnasio, etc.) y esto también supone que tengamos más problemas para llegar a fin de mes.
Al final es la pescadilla que se muerde la cola, queremos tener hijos, vivir en un adosado, con un coche de lujo en el garaje, sin renunciar a vacaciones, etc.
Y yo me pregunto, en que parte de este recorrido, habremos dejado de ser felices, esclavos de nuestro nivel de vida, y en casos como el de esta pobre criatura, victima de esta carrera que todos hacemos hacia ninguna parte.
Quizás debiéramos pararnos a pensar y dejar de lado algunas cosas superfluas e innecesarias, y dar el valor real a lo que tiene sentido, que no es otra cosa que conformarnos con menos, a cambio de poder dar mas.

PEDRULO MATURULO.

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