8/1/10

PINGÜINOS 2010:


Hace ya algunos años, mi pasión por las motos me llevaba a desafiar a los elementos, la nieve o el frió del invierno, no solo no frenaban mi ansia motera, sino que me resultaba heroico salir en moto cuando los demás optaban por el coche.

De esto hace ya bastantes años, la moto la aparque y opte por sumarme al confort del automóvil, renunciando a mi resfriado perpetuo.

Este fin de semana se celebra en Valladolid la que sin duda es, la concentración invernal más importante del mundo, Pingüinos, una fiesta en la que románticos de las dos ruedas atraviesan España de punta a punta para disfrutar del ambiente motero y compartir charlas sobre el mundo de las motos.

Para los que nunca han probado la adrenalina de conducir una motocicleta, es difícil explicarles la sensación de libertad y a la vez estrecha unión con la moto, el asfalto pasando al ras de tus pies, mientras el aire acaricia tu cuerpo, el cielo como techo y la carretera como alfombra, que nos transporta en un viaje sin destino, disfrutando de cada momento.

Estos caballeros del cuero y la gasolina, comulgan en la carretera con su propia suerte, acechándoles la muerte en cada curva y con cada adelantamiento.

Hay que pensar que hoy en Valladolid estamos entre 4º y -4º lo que nos indica la clase de sacrificio al que están dispuestos para poder acudir a la concentración, la mayoría disponen de coche y saben de los rigores de venir en moto hasta Valladolid, pero eso no les impide hacerlo en su vehículo de dos ruedas.

La moto al contrario que el coche, fomenta el individualismo, a la mayoría de los moteros les gusta viajar en soledad (sin paquete), tomando las curvas como si navegasen en un mar de asfalto, sin charla ni distracciones, acometiendo la carretera como una prueba, afinando un instrumento complejo.

Cada año les veo llegar, lucen en sus caras una sonrisa de oreja a oreja, se olvidan de las penalidades del trayecto apenas ponen el pie en Valladolid y luego viene el retorno a casa, que siempre es un hasta luego para quizás reencontrarse al año que viene con las nuevas amistades.

Por mi trabajo (los sábados curro) no puedo asistir a las actividades que hay por toda la ciudad y siempre me quedo, con la sensación de que la moto es algo mas que un vehículo, siento el anhelo de los momentos que pase a lomos de aquel caballo mecánico y las ansias de libertad que me acompañaban, quizás el año que viene me digo...


Algo se pierde y algo se gana,

viviremos 100 años o quizás no viva nada,

a lo mejor ya he muerto al dejar mi moto olvidada,

solo se que la carretera me llama.


Pedrulo Maturulo.


2 comentarios:

Persio dijo...

Nunca he conducido una moto. Y envidio esa sensación de libertad de la que tan bien hablas...

Pedrulo Maturulo dijo...

Anímate a probarlo, sin duda que es adictivo.
Saludos.