Desde pequeña la tuvieron siempre sometida, apenas abría la boca, recibía un golpe para que dejara de hablar.
Siempre fue menospreciada por ser atenta con los demás y nadie quería compartir sus juegos, por que a ella no le gustaba jugar a guerras ni tirar piedras a los pájaros.
La gente siempre se sentaba a la puesta de sol, mientras ella contaba historias de libertad.
Sus vecinos soñaban con tiempos mejores, en los que una voz pudiera escucharse sin temor a ser amordazada.
Paso sus mejores años recluida, aislada de los demás. Sus padres tenían miedo de aquella niña que se atrevía a decir no a la tiranía y la sin razón.
Un dia se despertaron y Democracia había muerto, sola, triste, incomprendida.
Dejo una nota en la que podía leerse un llamamiento a todos los hombres de buena voluntad para que se alzasen y pudieran decir todo aquello que pensaban sin miedo a ser perseguidos o torturados.
Pedrulo maturulo
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