Un hombre se sentó en lo alto de una montaña y contemplo el mundo.
Lo primero que vio fue la desesperanza de los seres humanos por no saber encontrar el equilibrio con la tierra en la que vivían.
También se dio cuenta que la gente no era feliz, por que no sabia como serlo. Nada les complacía ni les llenaba plenamente. Todos se sentían infelices, incapaces de obtener la felicidad por si mismos.
Vio como luchaban en guerras sin sentido.
El mundo no tenía amor, habían perdido la fe y vagaban buscando algo que pudiera llenarles el corazón.
Ya no servia aquella tecnología que todo lo podía hacer, las inquietudes se habían sustituido por productos mágicos de consumo.
El hombre que un dia decoro las cavernas con pinturas de animales había olvidado el sentido de la vida.
Solo los niños eran capaces de imaginar en su fantasía algo distinto, un universo mágico de seres distintos y juegos infinitos.
Los inocentes, los seres más puros, aquellos que no conocen la codicia, ni el valor del dinero son la esperanza del mundo...
Dedicado a mi hijo Héctor: Pedrulo Maturulo
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