Hay decisiones que te dejan helado, tal es el caso de preferir la candidatura olímpica de China en detrimento de la española. Según algunos “eruditos” España era un país poco adecuado por padecer la lacra del terrorismo etarra. Sin embargo Pekín aparecía como un proyecto lleno de ambiciones en el que el coloso asiático mostraría al mundo todas sus bondades.
Pero y que hay del espíritu olímpico, eso de la hermandad de todos los pueblos. Un país como China que no respeta los más elementales derechos humanos, sede de uno de los acontecimientos de libertad y valores...
Pues si al coloso le ha salido un grano que es el Tibet, un país colonizado por la fuerza y sometido por el ruido de las armas. Y ahora las naciones se echan las manos a la cabeza viendo la magnitud del desastre, por eso no me alegro, pero se me dibuja una media sonrisa en los labios. No puede primar el interés económico en contra de los valores de una olimpiada. Vivir en un mundo globalizado no significa que nos comamos con patatas la falta de libertad en Tibet, han cerrado el Everest, por Dios que clase de semidioses se creen que son.
El comité olímpico deberá pensar la próxima vez, con quien esta tratando en vez de lo que puede sacar. Y China a cometido el error de querer sacar la cabeza sin estar preparado para lo que podía pasar.
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